En 1986, esta tranquila caleta salió del anonimato para aparecer en casi todos los diarios del mundo a causa de la fallida operacion del Frente Patriótico Manuel Rodriguez (FPMR) para internar armas por sus costas. A 24 años de aquel suceso, Carrizal Bajo parece más olvidada que nunca.


Entonces, el lugar fue un epicentro periodístico y militar: reporteros y medios nacionales e internacionales, sumados a militares y policías por cientos, pesados vehículos de guerra, aviones y helicópteros, irrumpieron en la apacible vida de los lugareños para frenar la más grande operación de toda la historia de las luchas subversivas de América Latina.

De aquellos años ya no queda nada, ni siquiera el recuerdo. No hay monolitos en ninguno de los puntos donde operaron los frentistas. La gente del lugar habla de aquello con desgano y hasta molestia. No saben mucho o no quieren saber, tampoco me empeño en investigar más. No es por eso que estoy aquí

Estoy aquí fundamentalnente por el presente y aquello quizás sea más complejo que indagar sobre el pasado, toda vez que aquí parece no haber presente. Me encuentro con un lugar tan y más olvidado que antes del escándalo de las armas. La última vez que hubo presente aquí (además de 1986) fue en 1961, año en que la minería en declive hizo desaparecer a Carrizal Alto, con ello también el Ferrocarril, con esto también a Carrizal Bajo. Desde entonces hablar de este lugar parece siempre remitir al pasado, glorioso (lejano) o policial (reciente), para bien o para mal.

Pero soy el forastero recién llegado al pueblo con una cámara al hombro y voy de paso,  y esa notoriedad me deja en una incómoda posición para el diálogo, tampoco pretendo quedarme más como para romper el aire que se corta con cuchillo a veces. En este lugar podría filmar su próxima película David Lynch. Ya mis preguntas y pensamientos no tienen objetivos claros. Es tiempo de partir.

"¿Sabe usted que aquí ocurrió el primer embarque importante de toda la actividad minera nacional? fue a comienzos de siglo pero de eso nunca nadie habló, sólo de la internación de armas" me comenta un pescador para distraerme mientras se limpia las uñas con un cuchillo. En un comienzo me habla bastante sobre su vida, su llegada del sur hace muchos años, su dura vida en el mar, sus planes, me habla de su hija en otro pueblo, me señala su casa un poco más allá.

También me asegura que fue la propia Dictadura Militar la que "organizó todo el cuento de las armas para darle popularidad al viejo Pinochet". De pronto se calla, se detiene a nuestro lado un auto lleno de jóvenes y reggaeton a todo volumen, se sube y se va. A los 50 segundos (o a la vuelta de la esquina) se baja y aparece de nuevo, se sienta al lado mío, se vuelve a limpiar las uñas con el cuchillo, no me habla más.

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