A mis queridos amigos Shamán La Regla, tan feliz como yo.

y Hernán Castro Dávila, feliz como él solo.


La lectura un tanto disconforme de unos post que a menudo envía un amigo y las conversas absurdamente interesantes con shamán dan como el resultado estas líneas. Eso y de pasada el notición de que mi yunta desde el año cero de vida, se entrega al matrimonio.

Me lo cuenta él, me lo cuenta su chica y a pesar de todo no puedo creerlo a pesar de que viven juntos desde hace ya bastante tiempo. Pero ¿qué tiene que ver esto con la felicidad, y sobre todo con mi incredulidad frente a la decisión de mis amigos? Al parecer nada, o al parecer todo si entiendo que tanto los post de mi amigo como la decisión de mi otro amigo están obviamente enhebrados por la felicidad, según me lo insinúa shamán.

Ok, pero y esto, ¿qué tiene que ver conmigo? Bueno, soy feliz también, aunque no se note a veces porque la felicidad es un estado que hay que saber aprender a llevar en este mundo cada vez más estresado y grave.

Aún no me caso y escribo con menos regularidad de la quisiera estos post, con menos alegría y gracias de la que quisiera, pero soy feliz y en este momento podría decirse que soy el anverso de Lihn - “no fui feliz, eso me fue negado, pero escribí”. Yo no escribí, eso me fue negado, pero reí, fui feliz, podré decir eso algún día cuando tenga que decirlo y alguien que esucharlo.

El famosísimo texto “Momentos”, que un montón de falsos lectores le atribuyen malamente a Borges tampoco daría en lo correcto. No se puede entender la vida como una serie de momentos a veces buenos y a veces malos. Para mi esta película es siempre deliciosa salvo en los momentos malos, que no es lo mismo. Ahora con manzanas: Soy feliz a tiempo completo y los malos momentos son pruebas de algo tan superior como cabrón cuya mayor virtud es hacernos creer que las cosas no tiene remedio. Pero la verdad es que los malos momentos son sólo eso, pruebas. Y las pruebas son para pasarlas si se estudia en la vida como en cualquier materia.

De cada adversidad puedo elegir salir hecho una víctima o bien más fortalecido y feliz que antes, porque todo pasa finalmente y no se deben confundir los problemas con las soluciones. Mi padre, que nunca en su vida se ha echado en la cara ni a Heidegger ni a Shoppenhauer fue más claro y lúcido para mi que todos esos juntos cuando le llegué al teléfono con un falso problema:

 -“A ver – me dijo- tiene solución?”
- “Si”
- “Entonces no hay que preocuparse de más…Ahora bien, si no la tuviera, tampoco, porque ya está todo consumado” me lanzó antes de ponerse hacer no se que doméstica  trivialidad que dejaría helado a los alemanes esos.

Es mejor leer la sabiduría de los chistes de Jodorowsky y entender que la vida no es más que un buen y profundo chiste por donde uno la mire. Los malos chistes son siempre los menos porque estamos hechos para la risa y la distensión. “El Club de la Comedia” es muy fome a veces, pero hacen reir una barbaridad lo mismo porque llegan sin mayores complicaciones justito ahí donde comienza y quiere llegar también mi texto acaso sin ninguna fortuna, ese misterio indescifrable que sin embargo siento cuando observo y disfruto también mis malas fotografías o de mi imperfecta vida, porque miro no lo que no he hecho, si no lo que me falta x hacer.

La vida como un camino existencialista en su positivo directo, la vida como un polvorín siempre al borde del camino, la vida que está ahí libre de toda culpa, la vida que nos da un aire que respirar y hombres y mujeres con los cuales profundizar y multiplicar nuestra  ternura,  la vida como la causa perdida y porfiada que finalmente ha ganado mi felicidad.

Según Shamán, los ingenuos y adolescentes post de nuestro amigo esconderían una sabiduría tan infinitamente superior que sólo estaría dada para aquellos realmente felices, en definitiva, aquellos más sabios. La desgracia no tendría lugar en esos textos como en la vida de la mayoría porque la desgracia no es un estado del sabio sino apenas una rama (más grande o más pequeña según la percibamos nosotros) sobre el camino. Existe la tristeza porque somos felices, no al revés, existe el sufrimiento porque estamos vivos, no al revés. Porque reí porque reí estoy vivo.
Licencia Creative Commons