Ya se sabe, la capital de Chile es una ciudad que me provoca, cuando menos, encontradas emociones.
Se conoce que es una ciudad fascinante por la cantidad de información e historia que alberga, pero es dominio público también su cuestionada calidad de vida, agobiada por un ritmo de formula 1, distancias de nunca acabar y contaminación acústica y ambiental sin parar en el centro. Sin embargo, por alguna u otra razón todos vamos a dar a ella de vez en cuando casi como una fatalidad.

En este caso, la visita de McCoy Tyner me puso intespestivamente en un bus un miércoles 1 de septiembre a eso de las 14:30 horas desde La Serena, cosa muy mala pensando que el recital comenzaba a las 21 (y yo sin siquiera saber dónde quedaba el Teatro y menos donde iba a ir a dar con el bus), pero muy buena si se piensa en el paisaje, que nunca nunca puede ser en contra cuando se comienza a ir pegadito a la cordillera. Así, con ese optimismo comenzó un intensivo viaje por una ciudad que se iba a mostrar bastante fotogénica con mi cámara y que además me esperaba con algunas sorpresas: un gran museo, poca contaminación, algo de lluvia, e inusuales y antipáticas prohibiciones. 
  Primera imagen desde el Bus; listo el Fondo de Escritorio para la versión pirata de Windows 9



El paisaje me regalaba bellezas como ésta; las cosas seguían de lo mejor camino a Santiago.

Luego de la llegada a la chilena, o sea, justo sobre la hora, el concierto, los comentarios posteriores con Sharon, el descanso y al otro día el pequeño patiperreo, partiendo por el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, un imperdible del Santiago actual.

Gran ajuste de cuentas con la historia y los feroces atropellos a los derechos humanos ocurridos durante la Dictadura Militar de Pinochet; lugar tremendamente emotivo, tan impactante como necesario; lo que nunca se contaba en las clases de Historia de la generación de los ´80 y ´90 ahora en formato museo y sin escatimar en herramientas y soportes tecnológicos y narrativos.
 



En este lugar comenzaron las prohibiciones pues no se puede fotografiar por un asunto de derechos de autor con algunas obras donadas. Resolví entonces hacer un pacto conmigo mismo (ya que no podía irme sin tomar al menos una imagen) y resolví captar algo que no quebrantara los acuerdos legales suscritos entre los donantes y el Museo. Asi es que me escondí en un pilar de las muchas cámaras panópticas y disparé.
Detalle de la misma imagen



Afuera del Museo no hay problemas con las fotos; este es el Mural de Jorge Tacla en homenaje de Victor Jara.
Típica calle de Santiago.

Pinochet en la pileta. 

Bolaños en la vereda.

Otra típica imagen santiaguina.


Escaleras mecánicas en el Terminal San Borja y aquí siguieron las prohibiciones. "No se puede fotografíar aquí" me dijeron, uno dos y tres guardias rodeándome. "Pero esto es una estación de buses, la gente se saca todo el tiempo fotos acá", repliqué. "No se puede sacar fotos aquí" me respondieron. Se armó entonces un escándalo que no viene al caso reproducir acá pero que finalmente me permitió conservar la cámara, las fotos y no pasar un rato en la comisaria.
El cartonero me miro y me dijo "sáqueme una buena foto". Espero haberle cumplido.


Parece que es bien milagrero Romualdito, a un costado del San Borja. 

Otra típica imagen capitalina. Aquí también comenzaron a caer las primeras gotitas de una posterior feroz lluvia.

 
El Metro no cambia, menos con lluvia en la hora peak. Tres imágenes para aprender a valorar la vida en provincia. Ah a todo esto, este fue el tercer lugar en un mismo día donde me impidieron sacar fotografías...qué está pasando con Chile !!








Con mucha agua terminó un viaje y comenzaba otro, a Valparaíso iban los boletos. Nótese el contraste entre la primera y esta última imagen de la serie, ambas tomadas desde el asiento del bus. 

  Gracias Sharon, gracias Pilar, gracias Radio Cooperativa !!



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