Era algún mes del año 88 o 89, la fecha no la recuerdo con claridad pero si lo que ocurrió y lo que me contó mi padre. Jugaban Arica con Cobresal en el estadio Carlos Dittborn y se cobra un tiro libre a favor de los visitantes, entonces Chamaco suelta la frase: “Sonamos, acá nos mete el gol Franklin Lobos”. Miré a mi papá sin decirle nada pero no le dí mucho crédito a sus palabras, no conocía a Lobos y menos podía creer de que alguien podía tener ya medio gol en el bolsillo con sólo pararse frente a la barrera. 

Pero fue tal y como lo contó mi padre, quien seguía hablando de la mala suerte de hacer un foul cerca del área cuando está Fran…” dejé de escucharlo de a poco porque puse atención en el jugador que se acercaba a la pelota. Un tipo bajo, un poco encorvado, que apenas dio dos pasos atrás antes de pegarle tranquilamente como con la parte posterior del pie, casi entre el tobillo y el taco y lejos, muy lejos del arquero. 

Mientras lo abrazaban sus compañeros seguía el relato de mi padre, “no si yo les dije, si a este no se le va un tiro libre…”. Finalmente aquel partido lo ganó Arica 4-1 pero al final de ese torneo Cobresal llegó a semifinales y Lobos fue el goleador del equipo con 15 tantos, la mayoría por supuesto de tiro libre. 

Tanto mi padre como yo admiramos el jogo bonito asi es que no fue difícil comenzar a seguirle la pista semana a semana a los goles de Lobos. Efectivamente mi padre no se había equivocado porque el Caqui parecía nunca equivocarse: semana a semana metía algún tiro libre. Una vez le metió seis seguidos a Oscar Wirth y el arquero no la podía creer.

Por sobre la barrera, por debajo, por un costado, daba lo mismo, siempre iba adentro. La clásica era esa bola que parecía irse por sobre el travesaño y de pronto bajaba con una comba que haría palidecer de envidia al "Folha Secha", el popular Didí. Siempre pensé que los arqueros se tiraban por cumplir o para la foto, pero ya casi nunca con la intención seria de quedarse con el balón.

Han pasado casi 20 años desde aquel día con mi padre en el estadio y Franklin Lobos en todos los diarios por ser una de las figuras de ese campeonato y hoy nuevamente figura en la prensa. Porque Franklin Lobos es uno de los 33 mineros atrapados en la Mina San José tras un derrumbe. Es mi padre nuevamente el que me confirma de su presencia ahí a 700 metros bajo tierra entre un grupo de mineros echados a la muerte por la negligencia de un estado y por la avaricia de una empresa. Casi no lo podía creer al igual que cuando me advertía que un tiro libre suyo era prácticamente un gol en contra de nuestro equipo.

Hacía más de 15 años por lo menos que le había perdido la pista y nunca supe de su retiro y menos de lo que pasó después con él. 

Hace 9 meses el Mortero Mágico la hacía de nuevo y con un gol de tiro libre le daba la victoria y el campeonato a su equipo Comercio de Copiapó en el torneo Súper Senior de la Asociación de Fútbol Viejos Cracks.

Y hace dos meses comenzó a trabajar para la Minera San Esteban, manejando el camión que entra y sale con mineros desde el yacimiento. Su último viaje lo realizó el pasado jueves 5 de agosto y desde entonces nada se sabe de él. Franklin Lobos es uno de los 33 mineros atrapados en la Mina San José. La pelota  rueda ahora en medio de la incertidumbre y la oscuridad como la barrera más infranqueable de todas. Del resultado final nada se sabe, hasta ahora.
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