A pesar de lo bien que se puede pasar en una local nocturno para bailar, son las fiestas de casa las que históricamente llevan la delantera en materia de diversión.
Desde la economía de los bolsillos, que permite tomar harto (característica neta de una fiesta de casa) y gratis para los más tacaños que nunca faltan; pasando por la posibilidad de cambiar la música para los más pachangueros y por supuesto, para los lascivos, la fantasía de poder caer en una de las habitaciones disponibles que siempre se pueden encontrar en este tipo de fiestas.
A una fiesta de casa puede llegar mucha gente, algunos desconocidos para los anfitriones y otros incluso desconocidos para todos. No entrar en paranoia por eso. Llegará un momento en toda fiesta en que el lugar se convierte en una tierra de nadie y que por lo general coincide con la vaquita para comprar más trago y el comienzo del bailoteo. De ahí en adelante sólo la pasan mal los amargados y los que aún no se curan. Incluso los más asiduos a sustancias prohibidas encuentran la libertad y comodidad que no tienen en bares y locales nocturnos. Si la fiesta es de las intensas, es muy probable que los psicoactivos corran libres y desprejuiciados y con algo de ubicuidad, a usted también le puede tocar. Muy recomendable para estos casos es arrimarse al dueño de casa, al que por cordialidad casi siempre le llega algo. Ojo si con abusar de esta práctica, no muestre la hilacha.
Llegado el final de la jornada, los más ebrios pondrán a prueba la hospitalidad de los dueños de casa intentando agarrar un lugar para poder echarse a morir y si se tiene la suerte de contar con buenos vecinos, la celebración terminará sin problemas y no con los carabineros en la puerta.
Importante aclarar que no se debe confundir las fiestas de casa con la "moderna" y fome costumbre del adulto joven y que consiste en juntarse en una casa cualquiera, casi siempre en pareja, a tomar piscolas y comer ramitas (símbolos totales de la decadencia de este tipo de reuniones). Casi una extensión de los lateros happy hours. Ahí lo que menos importa son el baile y el copete, características fundadoras de cualquier idea de fiesta. Si a sus veladas comienzan a llegar tipos de terno y mujeres con tacos de noche, ciérreles inmediatamente la puerta. Son otro símbolo de que sus eventos se están poniendo aburridos. No tema quedarse con pocos. No importa el número de personas, sea cual sea la fiesta, su éxito dependerá de tres cosas: la abundante bebida, la buena música y sobre todo la variedad de género y los gozador de los invitados.
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